miércoles, 6 de mayo de 2015

¿Las Telenovelas siguen siendo sólo para amas de casa?

Puedo afirmar, sin ningún tipo de pudor, que soy consumidora de telenovelas desde la infancia. En España, este formato televisivo, se emitía por las tarde. En esa franja horaria donde las únicas que podían estar frente a un televisor eran las amas de casa. Con el paso del tiempo, la variedad temática y la evolución en la realización de las telenovelas, han pasado de ser un artículo de "marujas" a un evento social.

Recuerdo perfectamente que cuando era pequeña, a la vuelta del colegio, mi abuela me esperaba con la merienda y el televisor encendido, para ver juntas el episodio del día. En aquel entonces estaban televisando La Usurpadora y Rosalinda. Era nuestro momento de "libertad", en el cual podíamos conversar tranquilamente sin ser juzgadas. Años después, en la adolescencia, mi afición por las telenovelas siguió creciendo en la oscuridad hasta que algo cambió. Rubí apareció en el mapa. Estaba en boca de las compañeras de clase. Era la sensación del momento y todas esperaban ansiosas cada capítulo al terminar el instituto. Los descansos entre clases se convirtieron en tertulias sobre que pasaría con la ambiciosa Rubí, ¿Recapacitaría y seguiría a su corazón O seguiría haciendo daño para lograr sus objetivos?. Fue un momento de aprobación colectiva en el que se podía "salir del armario", hasta que llegó el gran boom que rompería los esquemas preestablecidos sobre telenovelas. Pasión de Gavilanes
Los Hermanos Reyes causaron estragos en la televisión española. Tuvo tanto éxito que cambiaron su emisión, al prime time de la tarde, donde toda la familia se juntaba para ver su serie favorita. Incluso, por primera vez, los actores de una telenovela fueron invitados a programas de televisión y periódicos nacionales españoles para ser entrevistados. Fue algo inaudito, que reinventó la concepción general que se tenía por este género. 





En estos diez años que han pasado, desde que llegase Pasión de Gavilanes por primera vez a la pequeña pantalla española, las telenovelas han sufrido una aceptación escéptica por parte de los espectadores. Siempre habrá gente que las ame y quien las odie. Pero es innegable, a lo que España respecta, que comenzó como un género de consumo en solitario y ha pasado a convertirse en una pieza de entretenimiento familiar.  













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