La teleserie en América Latina es un formato instalado y visto
por muchas personas. Se trata de mujeres, hombres, jóvenes, niños y adultos
mayores de distintas clases sociales. La pregunta que me surge es ¿la popularidad
de las teleseries las convierte en un objeto de deseo para los que ostentan o quieren
el poder?
Podríamos acordar que lo que se dice y muestra en una
teleserie logra penetrar y generar elementos identitarios. Por lo tanto, se
podría señalar que cualquier tipo de poder estaría interesado en controlar un
producto que logra efectos tan determinantes en la construcción de identidad.
Una mirada funcional diría que controlando el contenido de
las teleseries se podría manejar los efectos que tiene el producto en la
población. El poder parece actuar bajo esa lógica.
¿El poder de la teleserie explicaría que en los casos cubanos
y venezolanos se intervino tan fuertemente el producto? ¿El interés de los
medios de comunicación por tener la teleserie ganadora se explica sólo por lograr
ingresos económicos o por el poder que tienen al llegar a mucho público? No
pretendo responder esas preguntas en este limitado espacio, pero sí me parece interesante
poder problematizar sobre ese tema que contempla ciertos rasgos que tiene el
formato al que nos hemos dedicado a analizar durante las últimas semanas.
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